Antes de intentar solucionar el problema, conviene entender por qué ocurre. El amarilleamiento de la ropa blanca es un fenómeno común, a menudo causado por:
- Almacenar en un lugar húmedo o mal ventilado favorece la oxidación de las fibras.
- Residuos de sudor o sebo que se acumulan en los tejidos (especialmente en almohadas, sábanas o ropa que se usa directamente sobre la piel).
- Productos cosméticos (cremas hidratantes, aceites corporales, etc.) que entran en contacto con las fibras antes de ser absorbidos por completo.
- Detergentes para ropa inadecuados o con una dosificación incorrecta , o incluso el uso excesivo de suavizantes que dejan una película difícil de eliminar.
Y al contrario de lo que se podría pensar, la lejía no siempre es la mejor solución.
¿Debemos usar lejía?
Es tentador, pero ¡cuidado!: si bien la lejía puede dar un efecto “aclarante” inmediato, debilita los tejidos con el tiempo y puede… ¡acentuar el amarilleo ! No se recomienda especialmente en fibras sintéticas, como el acrílico, y solo es adecuada para textiles 100% naturales (algodón o lino).
Afortunadamente, existe una alternativa natural: más suave, más segura y completamente eficaz .
El dúo mágico: sal gruesa + bicarbonato de sodio

Esta sencilla mezcla es el secreto mejor guardado de muchas lavanderías y hogares tradicionales . ¿Por qué funciona?
 
					