La familia del novio salió furiosa en medio de la boda después de enterarse de que los padres de la novia eran recolectores de basura hasta que llegó un camión, salió su padre y se hizo el silencio ante lo que llevaba.

El patio de la familia López rebosaba buganvilias, rosas rojas y guirnaldas. Los niños corrían con globos mientras el aroma del mole poblano flotaba en el aire. Entonces llegó la adinerada familia del novio: elegante, distante y claramente fuera de lugar.

Al mediodía, la ceremonia terminó y las risas inundaron el patio. Pero el momento de alegría se apagó cuando la madre de Diego, doña Beatriz, se puso de pie y anunció:

“¡No puedo callarme! ¡El papá de María es basurero!”.
Mostró una foto de Don Manuel empujando un carrito de basura, con las botas gastadas y las manos callosas. “¿Ven? ¡Este hombre recoge basura!”.

Se hizo el silencio. La madre de María lloró. “¡Sí, lo hace, pero ese trabajo alimentó a nuestra familia y pagó la educación de María!”.

Entonces, el sonido de un motor resonó en la calle. Un camión de basura se detuvo frente a la casa. Don Manuel salió tranquilo y orgulloso, sosteniendo una pequeña caja de madera. “Sí, recojo basura”, dijo con voz serena, “¿pero sabes por qué?”.

Beatriz se burló. “Por dinero, obviamente”. Negó con la cabeza. “No solo por dinero. Mira”.

 

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