La mañana en que nuestro coche abandonado se convirtió en un reino de felinos callejeros

Ese viejo coche llevaba años tirado allí. Inmóvil, olvidado, casi tragado por la hiedra. Para nosotros, solo era un montón de chatarra oxidada al fondo del jardín. Pero una mañana, todo cambió.

Papá   regresó de afuera, pálido y pensativo. «Ven a ver algo», susurró. Intrigado, lo sigue. Imaginé una serpiente o una plaga de roedores… Pero nada me había preparado para lo que estaba a punto de descubrir.

Decenas de gatos… en un coche abandonado

En el techo, los asientos, el salpicadero, por todas partes: gatos. Docenas. Pelirrojos, grises, atigrados, negros… Estaban allí, acomodándose como si siempre hubieran vivido en nuestro viejo coche. ¿Y lo más extraño? No parecían asustarse con nuestra presencia. Uno de ellos, un pequeño atigrado con media oreja, incluso se frotó contra mi mano y ronroneó.

—Es un reino —susurró   papá  . Y tenía razón. Un reino improbable, todo pelaje y miradas misteriosas.

Una misión inesperada…y una sorpresa

ver continúa en la página siguiente

Leave a Comment