La mañana en que nuestro coche abandonado se convirtió en un reino de felinos callejeros
Ese viejo coche llevaba años tirado allí. Inmóvil, olvidado, casi tragado por la hiedra. Para nosotros, solo era un montón de chatarra oxidada al fondo del jardín. Pero una mañana, todo cambió.
Papá regresó de afuera, pálido y pensativo. «Ven a ver algo», susurró. Intrigado, lo sigue. Imaginé una serpiente o una plaga de roedores… Pero nada me había preparado para lo que estaba a punto de descubrir.
Decenas de gatos… en un coche abandonado

—Es un reino —susurró papá . Y tenía razón. Un reino improbable, todo pelaje y miradas misteriosas.
Una misión inesperada…y una sorpresa
