La noche de bodas tuve que cederle mi cama a mi suegra porque estaba “borracha”; a la mañana siguiente encontré algo pegado a la sábana que me dejó sin palabras.

En cuanto a mí, rezo cada noche por esa madre: una mujer lastimosa y aterradora, prisionera de su propia obsesión.

“El amor no siempre mata”, escribí en mi diario,

“Pero la posesión en nombre del amor, sí puede”.

Hay madres que aman tanto a sus hijos que convierten su amor en cadenas.

Hay dolores del pasado que hacen creer que el control es la única forma de proteger.

Pero el amor verdadero, ya sea de una madre o de un esposo, solo existe cuando nos atrevemos a soltar para que la persona que amamos pueda ser libre. ❤️

Leave a Comment