Pensó que solo era una esposa que lo necesitaba. No tenía ni idea de quién era realmente. Sonreí cuando llegó a casa esa noche. Prepare su cena favorita. Escuché su día como si nada hubiera cambiado. Asentí. Reí. Le di un beso de buenas noches. Pero en mi mente, algo había cambiado para siempre. Ya no me dolía.