Mi esposo viajó en secreto durante 15 días con su “mejor amiga”, y el día que regresó le hice una pregunta que lo dejó helado: ¿sabes qué enfermedad tiene ella?

Pero más que eso… fui el niño que alguien eligió no ignorar.”

Y en la entrada de la vieja mansión Lancaster, aún cuelga aquel dibujo infantil: el sol torcido, tres figuras tomadas de la mano, y una palabra escrita con letra dispareja:

Familia.

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