Se burlaban de ella por ser la cadete más débil del patio — hasta que un momento dejó al descubierto el tatuaje en su espalda… ¡Una marca a la que incluso los generales rinden saludo!

El comedor esa primera noche era un caos de egos enfrentados y testosterona desbordada. Olivia recogió su bandeja y se dirigió a una mesa apartada, muy lejos del bullicio de las charlas y la fanfarronería competitiva. El salón vibraba con el sonido de los reclutas intercambiando historias de glorias pasadas, las voces alzándose mientras competían por eclipsarse unos a otros.

Derek Chen, delgado y arrogante, con un corte de pelo militar que parecía irradiar actitud propia, la notó sentada sola. Tomó su bandeja y se pavoneó hasta su mesa, dejándola caer con un golpe deliberado que hizo que las conversaciones cercanas se detuvieran, mientras todas las miradas se dirigían a presenciar el inminente enfrentamiento.

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