Sorprendentemente, el agua del grifo en EE. UU. suele estar sujeta a requisitos de análisis más estrictos. La EPA exige análisis frecuentes e informes públicos para los sistemas municipales, mientras que el agua embotellada está regulada por la FDA, que aplica una supervisión menos frecuente. Estudios también han detectado contaminantes en muestras embotelladas, incluyendo arsénico, bacterias y microplásticos. El propio empaque puede añadir riesgos, ya que se han encontrado partículas microplásticas provenientes de las botellas o del proceso de embotellado en muchas marcas populares.
 
			