Nunca imaginé que el hombre que amaba, el padre de mi hijo, me miraría a los ojos y dudaría de que nuestro bebé no fuera suyo. Pero ahí estaba yo, sentado en nuestro sofá beige, abrazando a nuestro pequeño hijo mientras mi esposo y sus padres lanzaban acusaciones como cuchillos.
Todo empezó con una mirada. Mi suegra, Patricia, frunció el ceño al ver a Ethan en el hospital. “No parece un Collins”, le susurró a mi esposo, Mark, cuando creían que estaba dormida.
 
					