“Simplemente asumirá que fue un parto complicado”, susurró su madre.
Más tarde, descubrí una maleta escondida, llena de un pasaporte falso. Se me encogió el estómago. Todas mis sospechas se confirmaron de arrepentimiento. Desesperada, marqué el único número al que había jurado no volver a llamar: mi distanciado padre. Alguna vez viví en la sombra como espía, y si alguien podía protegerme, era él. Pero cuando intenté subir a un jet privado, un guardia me bloqueó el paso.