La familia del novio salió furiosa en medio de la boda después de enterarse de que los padres de la novia eran recolectores de basura hasta que llegó un camión, salió su padre y se hizo el silencio ante lo que llevaba.

Bajo el dorado sol otoñal del pequeño pueblo de San Pedro del Río, la alegría inundaba cada calle. Era la tan esperada boda de María y Diego. María, con sus ojos color miel y su dulce sonrisa, era el alma del barrio. Diego, un ingeniero de la Ciudad de México, se había enamorado de ella el día que se conocieron en una feria del pueblo.

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