LA MAÑANA EN QUE NUESTRO COCHE ABANDONADO SE CONVIRTIÓ EN UN REINO PARA GATOS CALLEJEROS
Durante años, ese viejo coche oxidado había permanecido al fondo del jardín, cubierto de hiedra, un cadáver silencioso de lo que una vez fue. Nadie lo tocaba, a nadie le importaba. Simplemente era parte del paisaje.
Entonces, una mañana, papá entró desde afuera, pálido, murmurando:
“Tienes que ver esto.”